Descubrir
Lyon fue un grato encuentro con la historia. Esta ciudad, declarada Patrimonio
Universal por la UNESCO, ha sabido conjugar presente y pasado de una manera
armoniosa y atractiva, en planos que trascienden lo meramente arquitectónico.
El recorrido por el casco histórico, emplazado entre los ríos Ródano y Saona,
nos permitió encontrar pasadizos que conectan entre sí las estrechas
callejuelas de seda, pasadizos que originaron la curiosa costumbre de
“trabouler”, es decir, de encontrar atajos, palabra que solo adquiere sentido
en Lyon, además de otras como “bouchon”, sinónimo de “restaurant”, bouchon que
al término del recorrido nos permitió degustar platos típicos de la zona. A
continuación, algunas fotos de nuestra travesía, en la que quizás reconozcamos
el gorro de aviador de un gran lionés: Antoine de Saint-Éxupéry.